jueves, 8 de enero de 2009

fabula palestina

DE LOS TRES ELEFANTES Y UN LEÓN
(Fábula palestina)

A las víctimas.


Había caído la noche. El día sofocante había dado lugar a una noche templada que al menos permitía salir a la calle. El frigorífico estaba vacío, sólo restos de un bote de mostaza, un huevo que ya no tenía fecha y una botella de agua fría
Ante la abundancia de viandas no le quedó a Santiago otra solución que salir a por provisiones. No iba a ir muy lejos. A unos trescientos metros ya podía encontrar un local donde adquirir un shawarma. Desde hacía un tiempo había proliferado este tipo de comercios. La ciudad, siempre inacaba, se había enriquecido con olores y sabores de otras culturas.
Allí llegó, no sabía muy bien qué quería, pero desde luego una charla no le venía nunca mal. El ser cotilla lo hacía interesarse por cualquier tema que fuera humano. Además tenía una curiosidad abierta al mundo; el campo no podía tener puertas, salvo como licencia literaria.
Llegó al local y un joven de unos ojos celestes que transparentaba su rostro le saludó en un español bastante bueno. Santiago, que había estando aprendiendo árabe, sin pudor se presentó:

-Salaam.
- El joven abrió una sonrisa espléndida, con amabilidad y sin reproches le contestó:
-Salaam.
Las manos derechas de ambos se elevaban del pecho hacia arriba, hacia el infinito.
*
سلام
أنا سانتياغو.وأنت ما إسمك ؟
إسمي محمد
هل أنت عربي ؟ نعم أنا من فلسطين
أنا من غرناطة .متشرفين
متشرفين سانتياغو
… Hablas muy bien el árabe.
- No, qué va…además casi lo he olvidado (le apareció un pequeño rubor)
- No, de verdad, tienes buen acento.
- Umm, podríamos hacer intercambio de conversación.
- Sería interesante.
- Sabes Mohammed, en esta ciudad siempre ha habido una buena relación con los palestinos, hay un sentimiento de especial empatía hacia los sufrimientos de los pueblos sometidos.
-si, he podido sentir el ambiente solidario.

Hubo un momento de silencio. La conversación derivó necesariamente hacia la comida y la bebida. Mientras esperaba, Santiago pidió una lata de cerveza -aún no había llegado A aplicarse la ley prohibicionista, en nombre de la Salud- de la venta de estos productos en estos lugares.
Mohammed tenía 27 años, era médico. Trabajaba en el shawarma para conseguir el dinero suficiente y terminar la carrera en la facultad para volver a su país donde estaba toda su familia.

Las visitas y las charlas se hicieron más continúas.
Entonces el Estado de Israel volvió a sus métodos implacables y su locura genocida contra el pueblo Palestino, contra los altos del Golán.
En la ciudad se convocaron concentraciones pacíficas. Allí estaba Santiago entre unos cientos de personas. A la vuelta se detuvo para intercambiar opiniones con su amigo.

- Salaam
- Salaam
- ¿Qué hay amigo, vienes de la concentración?
- Claro allí pensaba encontrarte, no había demasiada gente, en agosto la ciudad se desertiza. Sólo quedamos los resistentes, los currantes. Pero ha estado muy bien y además son pequeños granos de arena para ver si por fin se terminase esta locura, este genocidio.

-Eres muy optimista, amigo. Los esfuerzos exteriores están bien, pero no sirven de nada si los que estamos en el centro del conflicto no nos ponemos de acuerdo. Te voy a contar una fábula palestina:

Es la historia de tres elefantes, dos elefantes negros uno blanco y un león. El león tenía hambre y quería comer a toda costa. Si se mantenían unidos eran invencibles. Así estaban niveladas las fuerzas de poder. El león no dejaba de acechar y de ingeniar, hasta que un día consiguió llegar lo suficientemente cerca del elefante blanco sin espantarlo:
- no sé que es lo que haces con ellos, le dijo.

El elefante blanco no salía de su asombro. Escuchó lo que le decía el león:

- ellos son negros y son dos, frente a ellos no tendrás ninguna fuerza si deciden acabar contigo.
- Ellos nunca harían eso.
- ¿no? ¿quién te dice a ti que ahora no están maquinando como quitarte de enmedio, de hacerte desaparecer?
- No es posible.
- ¿no? Míralos, su actitud ¿no es al menos algo sospechosa?
- No me lo parece.
- Pues yo te digo que es así. Ve y verás como cambian de conversación, pregúntales y titubearán en la respuesta si no mienten.

El elefante blanco cayó en un estado pesimista. Se acercó hasta sus amigos y siguió el consejo del león. No cabía en su sorpresa, la reacción era la descrita por él. Entonces el elefante blanco fue a conversar con el león, de algún modo tenía que resolver sus dudas, descargar su conciencia.

El león lo estaba esperando en el mismo lugar. El elefante blanco, confiado en su nuevo amigo, se acercó un poco más.
- tenías razón en todo lo que dijiste. Ahora ya no sé que pensar ni que hacer.
- Únete a mí. Si te unes a mí seremos invencibles y repartiremos los beneficios. Ellos, ya has vito, no son tus verdaderos aliados. No lo pienses más y únete a mí

El elefante blanco escuchó las palabras y sintió que el león sería mejor aliado pues le había hablado con la verdad (olvidaba que era la verdad del león).

Se aproximó hasta el león del que no se podía esperar otra respuesta. Una vez lo
tuvo a su alcance, obtuvo su presa y se la devoró con gusto. Tuvo buen provecho, pero la avidez carnívora no tienes límites.

La fábula continua con la escaramuza del león inoculándole la envidia y la venganza, pudo también con el elefante negro, más joven. Sabía que sería más fácil convencerle por el ardor de la juventud y el ímpetu en la acción sin pensamiento.

La escena siguiente fue idéntica a la primera con el elefante blanco. Y el resultado la misma insatisfacción del depredador. Ahora sólo quedaban el viejo elefante negro y el ágil y maquiavélico león. Éste no repitió los mismos gestos ni la misma estrategia, no lo necesitaba. Se dirigió con firmeza y altanería hasta su presa. Frente a ella ronroneaba, casi como en una danza sexual. Pero no era alianza lo que quería.

Se sentó frente a él, se posicionó como una esfinge. No había prisa. El elefante, entonces, le dijo:
- ya sólo quedo yo. La historia otra vez se repite.

El león imperturbable.

- los dos sabemos que terminaré siendo presa de tu codicia y devorado por tus garras. Conmigo no te servirán esas argucias envenenadas y esas envidias sin fundamentos. Ya has vencido desde el mismo momento en que no supimos con nuestra fuerza, con nuestra unidad, hacerte frente y hacernos fuertes nosotros…

El local se había llenado de público hambriento a la manera de las sociedades ociosas. Jóvenes con todo tipo de pelajes -nada nuevo bajo el sol- cantaban, elegían comida y poblaron la atmósfera de sonrisas desafinadas y voces sin preocupación alguna –salvo la de saciar su apetito, claro está-

Santi terminó su cerveza, pagó, saludó con su mano derecha desde el corazón e hizo un mutis más en su vida. Se fue pensativo. Veía los ojos del joven palestino mientras narraba la historia y escuchaba más a través de ellos que de las palabras; que al fin y al cabo no son más que palabras.

Había pasado algo más de dos años desde aquella última barbaridad perpetrada por un gobierno del Estado de Israel – barbaridad lo suficientemente agresiva para ocupar un lugar en las noticias informativas- cuando volvió a hacer de las suyas.

Santiago recordó a su amigo. Cayó en la cuenta que hacía casi dos años que no había vuelto a verlo, quizá había vuelto a su pueblo. Todo era posible. Con su amigo en la mente recordó la fabula que le había contado Mohammed. Frente al televisor veía como caían bombas en la franja de Gaza, que no en la de Cisjordania. En los territorios de Al Fatah los palestinos protestan con manifestaciones pacificas por la s calles. Las calles, las casas en Gaza huelen a sangre y metralla. Dividir para vencer, teoría antigua continuada. El aislamiento de la franja de Hamas.

La terrible estratagema de los bombardeos a la población civil, para imponer un sistema, sigue funcionando desde los bombardeos de los sublevados y los aviones nazis a las poblaciones, de la retaguardia, leales a la II República Española.

El gobierno de Israel devuelve un muerto –que no es necesario, otra víctima – por cuatrocientos muertos y dos mil heridos (siguen aumentando según las noticias)
Por cohetes caseros –armas hechas para destruir- material bélico de alta tecnología – armas fabricadas para buscar y aniquilar-. Los fanatismos religiosos y políticos no pueden justificar estas matanzas a las que por ¡horror! ya nos hemos familiarizado.

Que la cordura humana nos asista y que el Más Grande nos ilumine.
En la ley de la selva reinante, no hay más norma que vencer al enemigo.
Y el enemigo sigue siendo el mismo y sigue escribiendo las páginas de la historia sobre la memoria de los vencidos.



Continuará…(¿?)








* - salud
- soy Santiago, ¿cómo te llamas?
- me llamo Mohamed
- eres árabe?
- Si, soy Palestino
- Encantado Mohamed
- Encantado Santiago

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