miércoles, 7 de enero de 2009

Enero sin nombre

MAX AUB Enero sin nombre.


DE LOS PAPELES

Los hombres para andar por el mundo necesitan llevar pape­les, No pueden nacer sin ellos, Tan pronto corno son paridos (los hombres no tienen huevos), confrontan sus antecedentes y a ellos suele adherirse una fotografía. Misterio incomprensi­ble porque si la fotografía la lleva encima la propia persona re­tratada, ¿qué utilidad puede tener? Probablemente se trata de un mito solar. Pero me inclino a creer que es reflejo de otra tra­dición fetichista humana: el narcisismo
Los hombres tienen en mucho poseer el mayor número de papeles donde se asegure —¡oh infantilismo! ¡oh cortedad del intelecto!-y que ellos son ellos y no su vecino. Suelen decir fra­ses sacramentales que se oyen en todo momento:
—¡Si yo tengo todos mis papeles!
—¡Sí todos mis papeles están en regla!

Lo sorprendente es que no les sirven para nada, lo que de­muestra que se trata de una manía cabalística o superstición idólatra, hila de un atavismo totémico. Lo cierto es que no se atreven a vivir sin ellos y son capaces de dar cualquier cosa por conseguirlos; algunos he visto encerrados por intentar tenerlos rápidamente, otros por carecer de ellos, consecuencia de la ab­surda, monstruosa importancia que dan los hombres a lo im­preso.
Prefieren los papeles más antiguos, e igual les sucede con lo que llaman billetes de banco, que son otra clase de papeles que sirven para conseguir con facilidad esos otros con retrato de los que hablaba antes. A la posesión de billetes de banco conceden los hombres importancia mayor. Los poseen los ricos, carecen de ellos los pobres (palabras de difícil explicación) Sin existir diferencia natura! entre unos y otros, esta división les lleva a grandes desigualdades en alimentos e indumentaria.

La adoración mágica a ciertos caracteres, llamados números, es otra prueba de su mentalidad primitiva y prescritas creen­cias. Llevado por mi afán de conoces y aun por la curiosidad, comí un billete de los tal; puedo asegurar que no difieren de los demás papeles, y. gr., de otros mucho mayores de los que, sin embargo, no hacen tanto caso —a pesar de serles más útiles— y que se Llaman periódicos; guárdanlos cuidadosamente, recor­tándolos en trozos más pequeños, cosa que no hacen con los billetes de banco. Esa necesidad de emplear papel para menes­teres innombrables es otra demostración fehaciente de la infe­rioridad física de los hombres con respecto dc los Cuervos y aun de los demás animales, que para nada necesitan de ellos. Lo que hacemos volando, cuéstales mil suspiros, y lo tienen por Vergonzoso.
Los hombres se aprecian y consideran según el nombre: si se llaman Abraham, Moisés o Isaac, valen menos que François, Wilhelm o Winston. Como los apellidos se heredan no cuen­tan por lo que son sino por lo que fueron. Ya dije cómo el azar del sitio de nacimiento es más importante que su propio valer.

El esfuerzo, la voluntad, la inteligencia, la honradez, no cuen­tan para nada frente a los papeles. Es decir, aunque no me creáis, que el valor, el tamaño, la fuerza, el entendimiento es­tán subordinados a la administración. Lo primero: los sellos, los atestados, las certificaciones, los visados, los pasaportes, las fichas. No cuenta la vida, sino lo escrito; no las ideas, sino la desaparición del libro donde está o pudo estar inscrito. Me di­cen que esta reverenda por lo impreso es relativamente nueva, pero carezco de datos para confirmarlo, Son capaces de matar con tal de conseguir unos papeles, aunque sean falsos. Supon­go que esta absurda costumbre contribuye en mucho al triste estado actual del hombre.



DE LA MUDA Y DE LAS FRONTERAS

A los veinte años los hombres suelen mudar de pelo. Llaman a ese plumaje uniforme y suele durarles un ato o dos, según los países, es decir, según las fronteras. Sépase que frontera es algo muy importante, que no existe y que, sin embargo, los hombres defienden a pluma y pico como si fuese real. Estos se­res se pasan la vida matándose los unos a los otros o reunién­dose alrededor de una mesa, sin lograr entenderse, como es natural, para rectificar esas líneas inexistentes.......


DE LA CANTIDAD

Los hombres tienen necesidad de contarse y recontarse para saber cuántos son, Cuatro veces al día se agrupan y se ponen en filas y contestan: Présent, al oírse nombrar. Más les valdría saber cómo son.



DE LA IMAGINACION

El origen de la decadencia humana tiene —en parte— su base en una extraña facultad antirracional que llaman imaginación: consiste en figurarse cosas distintas de las existentes. Trazando quimeras son capaces de negar la evidencia y cuando la cono­cen y reconocen es para mejor perderse en nuevas elucubracio­nes. Ahí radicó la mayor dificultad que tuve para entenderme con ellos. Encontré algunos capaces de glorificarse de sus de­fectos con tal de hacérselos perdonar. Viendo visiones, se pasan & tiempo engañándose los unos a los otros, de buena fe, y aun de mala, puesto que, ennieblados con ese absurdo, no conci­ben limites a su ilusión. Llegan a pretender que en eso reside su grandeza.

1 comentario:

  1. esto me suena! para eso estubimos hablando de esto mucho tiempo en clase, no? jejej

    ResponderEliminar